Tener una excelente compañía. Comprar un vaso conmemorativo. Ir a la Fila P, luego a la G, luego a la B. Reir y disfrutar como un niño. Comer unos nachos con queso calientito. La música en vivo, los colores y el maquillaje. Mucho mejor que aquella vez en el ensayo de Montreal. Malo poner las manos juntitas creyendo que puedo cachar a la trapesista si cae.
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